viernes, 3 de febrero de 2012

El paso a la tranquilidá



Nunca he probado ni toda la gloria ni todo el desprecio, últimamente son días complicados, las ideas se han revuelto y cuesta encontrarles una dirección, parte del crecer es precisamente eso, guardar silencio hasta con los dedos. Pensar antes de escribir es una tarea no apta para cualquiera con problemas de actitud y repudio al universo, cosa que admito tuve durante mucho tiempo. 


Leonard Cohen ya va para los ochenta años y parece conocer todas las respuestas que estoy buscando, como aquella canción que habla de que realmente se tiene que enloquecer para poder amar.

Si pudiera seleccionar una lección de vida para todos mis amigos, sería algo así como…
Manténganse unidos mientras los brazos les aguanten, dicen que la vida da muchos giros, la verdad es que  lo único que los tiene tambaleando son sus propias piernas. 

Si pudiera encontrar un paso a la tranquilidad posiblemente estaría en una caja diez metros bajo la tierra, la inconsistencia es parte de mantenerse vivo, el no desmayarse ni por besos, ni por golpes, eso es lo que le da mejor color al mundo, la horrorosa pero necesaria realidad, el contraste con el tono y el timbre, el querer palidecer y tener el sol de frente todo el día, El tener la cara maltrecha mostrando las cicatrices que le recuerdan al ser levemente superfluo… el precio que se paga por mantenerse de pie.