No existe
la perfecta disculpa,
Para que la chingada noche me perdone,
La cotidiana
enfermedad sabe lo que voy a decir,
Tanto sabes
de lo que quiero vomitar; Y sabes que ya no tiene caso decirlo.
Entre tanto
abismo, el pendejo que te gusta comenta: “El agujero hermoso, realmente
profundo es el que tienes en la parte
media de tu pinche corazón, de tu pinche puto corazón”.
Para tenerte a mi lado, tengo que tomar mi pertinente machete y romperte el cráneo.
Que la sangre de su cerebro tan imbécil se confunda con tu jugo de uva.
Lo matare hasta que la misma muerte me diga: ¡No mames, pinche guey enfermo!.
Mi adormecimiento es podrido, posiblemente no tengo que estar escribiendo esto, chingada madre, pinche habilidad literaria llevada al puto chingado caño. Pero te amo.