La nostalgia
es una compañera que tiene muchas cartas falsas bajo la manga. Ella sabe que ya
poco me interesa; Que con esta continua serie de intentos, recaídas, lamentos,
y mentiras, ya la boca se me va entumiendo y resecando al punto máximo de solidificación.
La rutina
mata al hombre, el transitar con los mismos zapatos por las mismas avenidas, va
destruyendo la idea dentro del concepto mismo; Va matando la rima y la esperanza
de que existe un mundo moldeable que se puede manosear. La realidad amordaza,
apachurra, deshilacha, condensa, enlata, etiqueta y pone en distribución
comercial a la loquera de la juventud y la convierte en cotidianidad.
Los disparos
de amargura relampaguean uno a uno, como luces entrelazadas con las estrellas
del parco firmamento. Yo no pedí ser confinado a un momento, si el momento en
mis sueños pareciera engrandecerse y volverse
eterno… o casi eterno; Menos liquido y con un toque de sabor limón.
Todos tenemos tiempo para sentirnos importantes;
Pero el tiempo no le ve importancia a cuidarme a mí. Deja que salga la luna,
deja que se esconda el sol, deja que el mismo muerto sea quien me cobije con su
alma hoy.