El predicador de los bichos aplastados, pierde su tiempo tratando de aplastarlos a todos, se vuelve lento, sus reflejos no son los de antes, los ojos los tiene chuecos y la mandíbula solo sabe maldecir.
Alguien rompe puertas, alguien se queda sin candados, la entrada está abierta, ¿Por qué no entras y miras el desastre de mi carne? Ahora la apatía es miedo por tantos muertos que enterrar.
Los dedos se hacen perezosos cuando las uñas dejan de crecer en la dirección correcta, se compacta la adrenalina, se contienen los elementos del caos en una píldora... Que se llama caricia.
Solo quiero tener un segundo más para recibir un segundo beso del primer ángel al que he amado.
Se siente chido comenzar con un suspiro evocado por una memoria de tu sonrisa, me mantienes a la expectativa de saber que esconden esos ojos claros con su borde sombreado de sentimientos llenos de ese no se qué y del no se cual.., ¿qué podre encontrar en esa pálida fachada de contrastes tornasol?, esa convivencia experta en escondrijos, cantándote al oído y detrás del único momento de silencio entre nuestros cuerpos, contraigo el entrecejo y solo digo. .. Cada yo, cada tú.
