domingo, 2 de octubre de 2011

Segundo

El predicador de los bichos aplastados, pierde su tiempo tratando de aplastarlos a todos, se vuelve lento, sus reflejos no son los de antes, los ojos los tiene chuecos y la mandíbula solo sabe maldecir.

Alguien rompe puertas, alguien se queda sin candados, la entrada está abierta, ¿Por qué no entras y miras el desastre de mi carne? Ahora la apatía es miedo por tantos muertos que enterrar.

Los dedos se hacen perezosos cuando las uñas dejan de crecer en la dirección correcta, se compacta la adrenalina, se contienen los elementos del caos en una píldora... Que se llama caricia.

Solo quiero tener un segundo más para recibir un segundo beso del primer ángel al que he amado.

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