El comienzo
de días más turbios, parece transgredir con lo causal de la cotidianidad; Las
horas anuncian que todo va a implotar sobre su propia pesadez, sobre lo raquítico
de la razón.
Encontramos
huecos dentro de nuestra propia conciencia; Esa que hace falta rellenar con la
palabra adecuada, con la boca perfecta, con la herramienta que modifique lo que
ya no queremos ser... Ya nadie quiere ser en si mismo nada, ni por él, ni por
nadie, no se desea lo que uno tiene, ni quiere tener lo que sabe que siempre tuvo, mantuvo y resguardo...
Entonces
nos volvemos payasos, devolvemos los intestinos, regresamos el dolor ingerido y se fusiona con
la malteada de emociones que es nuestra indecisión.
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