Conozco los pasos para dejarte dormitar.
En uno de estos días te encontré vistiéndote
a toda prisa; Escuchando tu lista interminable de pendientes, labores y cosas que francamente no me interesan. Comenzaste a estornudar continuamente,
aumentando poco a poco la intensidad y la frecuencia. Apareció el salpullido y
los gritos vinieron en nuestro refugio acolchonado a retumbar.
Llego a mí tu frustración, tu
enojo, tu desencanto, tu angustia y tus dos lágrimas me inundaron. Todo parecía desmoronarse velozmente, con tal
gracia tus dedos hacían derrumbar los muros que creía más firmes, los labios
soltaron espuma y con un chasquido se segmento la luz de inocencia, que aún te
quedaba.
Después de ese viento huracanado,
de esa vorágine sentimental y al secarse
los segundos… Mire hacia el espejo y
mientras abría los parpados; noté como se contraían mis músculos por la
tremenda paliza. Fuiste víctima de un choque brutal; Trastabillé, observe mis
rodillas ensangrentadas y mis codos fragmentados… Nada fuera de lo habitual.
-Sobreviviste a la gripa, Amor
- Ojala esta vez se lleve algo más
que tus ganas de regresar.
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