jueves, 13 de diciembre de 2012

Envenenado


Las luces de la mañana continúan con las pausas que yo me regale, las confundo con manecillas y veo brillo rellenando las miradas de personas medio vivas, medio muertas, medio tibias. Cada sueño que escupo se vuelve un refugio para las promesas que se caen a pedazos, que se hunden en la tierra y no quiero ayuda de ningún enfermero apaciguador.

Se vive envenenado por derecho y morbo propio, por compromiso con la nostalgia, por cariño a las horas pensando en excusas repetitivas para dejar de ser mejor. Nos queda el desenfrene de los fines de semana, las bebidas fuertes y los besos largos; Cada vez que siento la compañía del caos, el orden confunde su tarea y me revuelve todavía mas.

Son las mariposas de la zozobra que dejan con su vuelo esporas en mi sofá, vuelan, ¿Por qué no dejan de volar?, alguien cuénteme de un antídoto para obligarlas a marcharse y detengan su cruel tarea de quererme envenenar. Al paso que se mojan las ruedas de todos los automóviles, que se embisten como bestias enfurecidas, las piernas se carcomen, el corazón relata pequeños cuentos cortos, yo continuo en mi tarea de dejar de ser ruina y convertirme en aquella ventana, pared, techo y casa… en la que tu quieras habitar

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